domingo, 13 de abril de 2008

Manifiesto de los Estudiantes de la Universidad de Córdoba

La Juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sudamérica [Manifiesto de Córdoba]
21 de junio de 1918 Tomado de Federación Universitaria de Buenos Aires, La Reforma Universitaria, Buenos Aires, 1959, pp. 23-27.

Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana.

La rebeldía estalla ahora en Córdoba y es violenta porque aquí los tiranos se habían ensoberbecido y era necesario borrar para siempre el recuerdo de los contrarrevolucionarios de Mayo. Las universidades han sido hasta aquí el refugio secular de los mediocres, la renta de los ignorantes, la hospitalización segura de los inválidos y —lo que es peor aún— el lugar donde todas las formas de tiranizar y de insensibilizar hallaron la cátedra que las dictara. Las universidades han llegado a ser así fiel reflejo de estas sociedades decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de una inmovilidad senil. Por eso es que la ciencia frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza, y el ensanchamiento vital de organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria.

Nuestro régimen universitario —aún el más reciente— es anacrónico. Está fundado sobre una especie de derecho divino; el derecho divino del profesorado universitario. Se crea a sí mismo. En él nace y en él muere. Mantiene un alejamiento olímpico. La federación universitaria de Córdoba se alza para luchar contra este régimen y entiende que en ello le va la vida. Reclama un gobierno estrictamente democrático y sostiene que el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio radica principalmente en los estudiantes. El concepto de autoridad que corresponde y acompaña a un director o a un maestro en un hogar de estudiantes universitarios no puede apoyarse en la fuerza de disciplinas extrañas a la substancia misma de los estudios. La autoridad, en un hogar de estudiantes, no se ejercita mandando, sino sugiriendo y amando: enseñando.

Si no existe una vinculación espiritual entre el que enseña y el que aprende, toda enseñanza es hostil y por consiguiente infecunda. Toda la educación es una larga obra de amor a los que aprenden. Fundar la garantía de una paz fecunda en el artículo conminatorio de un reglamento o de un estatuto es, en todo caso, amparar un régimen cuartelario, pero no una labor de ciencia. Mantener la actual relación de gobernantes a gobernados es agitar el fermento de futuros trastornos. Las almas de los jóvenes deben ser movidas por fuerzas espirituales. Los gastados resortes de la autoridad que emana de la fuerza no se avienen con lo que reclaman el sentimiento y el concepto moderno de las universidades. El chasquido del látigo sólo puede rubricar el silencio de los inconscientes o de los cobardes. La única actitud silenciosa, que cabe en un instituto de ciencia es la del que escucha una verdad o la del que experimenta para crearla o comprobarla.

Por eso queremos arrancar de raíz en el organismo universitario el arcaico y bárbaro concepto de autoridad que en estas casas de estudio es un baluarte de absurda tiranía y sólo sirve para proteger criminalmente la falsa dignidad y la falsa competencia. Ahora advertimos que la reciente reforma, sinceramente liberal, aportada a la Universidad de Córdoba por el doctor José Nicolás Matienzo no ha inaugurado una democracia universitaria; ha sancionado el predominio de una casta de profesores. Los intereses creados en torno de los mediocres han encontrado en ella un inesperado apoyo. Se nos acusa ahora de insurrectos en nombre de un orden que no discutimos, pero que nada tiene que hacer con nosotros. Si ello es así, si en nombre del orden se nos quiere seguir burlando y embruteciendo, proclamamos bien alto el derecho a la insurrección. Entonces la única puerta que nos queda abierta a la esperanza es el destino heroico de la juventud. El sacrificio es nuestro mejor estímulo; la redención espiritual de las juventudes americanas nuestra única recompensa, pues sabemos que nuestras verdades lo son —y dolorosas— de todo el continente. ¿Que en nuestro país una ley —se dice—, la ley de Avellaneda, se opone a nuestros anhelos? Pues a reformar la ley, que nuestra salud moral lo está exigiendo.

La juventud vive siempre en trance de heroísmo. Es desinteresada, es pura. No ha tenido tiempo aún de contaminarse. No se equivoca nunca en la elección de sus propios maestros. Ante los jóvenes no se hace mérito adulando o comprando. Hay que dejar que ellos mismos elijan sus maestros y directores, seguros de que el acierto ha de coronar sus determinaciones. En adelante, sólo podrán ser maestros en la república universitaria los verdaderos constructores de almas, los creadores de verdad, de belleza y de bien.

Los sucesos acaecidos recientemente en la Universidad de Córdoba, con motivo de la elección rectoral, aclaran singularmente nuestra razón en la manera de apreciar el conflicto universitario. La federación universitaria de Córdoba cree que debe hacer conocer al país y a América las circunstancias de orden moral y jurídico que invalidan el acto electoral verificado el 15 de junio. Al confesar los ideales y principios que mueven a la juventud en esta hora única de su vida, quiere referir los aspectos locales del conflicto y levantar bien alta la llama que está quemando el viejo reducto de la opresión clerical. En la Universidad Nacional de Córdoba y en esta ciudad no se han presenciado desórdenes; se ha contemplado y se contempla el nacimiento de una verdadera revolución que ha de agrupar bien pronto bajo su bandera a todos los hombres libres del continente. Referiremos los sucesos para que se vea cuánta razón nos asistía y cuánta vergüenza nos sacó a la cara la cobardía y la perfidia de los reaccionarios. Los actos de violencia, de los cuales nos responsabilizamos íntegramente, se cumplían como en el ejercicio de puras ideas. Volteamos lo que representaba un alzamiento anacrónico y lo hicimos para poder levantar siquiera el corazón sobre esas ruinas. Aquéllos representan también la medida de nuestra indignación en presencia de la miseria moral, de la simulación y del engaño artero que pretendía filtrarse con las apariencias de la legalidad. El sentido moral estaba obscurecido en las clases dirigentes por un fariseísmo tradicional y por una pavorosa indigencia de ideales.

El espectáculo que ofrecía la asamblea universitaria era repugnante. Grupos de amorales deseosos de captarse la buena voluntad del futuro rector exploraban los contornos en el primer escrutinio, para inclinarse luego al bando que parecía asegurar el triunfo, sin recordar la adhesión públicamente empeñada, el compromiso de honor contraído por los intereses de la universidad. Otros —los más— en nombre del sentimiento religioso y bajo la advocación de la Compañía de Jesús, exhortaban a la traición y al pronunciamiento subalterno. (¡Curiosa religión que enseña a menospreciar el honor y deprimir la personalidad! ¡Religión para vencidos o para esclavos!). Se había obtenido una reforma liberal mediante el sacrificio heroico de una juventud. Se creía haber conquistado una garantía y de la garantía se apoderaban los únicos enemigos de la reforma. En la sombra los jesuitas habían preparado el triunfo de una profunda inmoralidad. Consentirla habría comportado otra traición. A la burla respondimos con la revolución. La mayoría representaba la suma de la represión, de la ignorancia y del vicio. Entonces dimos la única lección que cumplía y, espantamos para siempre la amenaza del dominio clerical.

La sanción moral es nuestra. El derecho también. Aquéllos pudieron obtener la sanción jurídica, empotrarse en la ley. No se lo permitimos. Antes de que la iniquidad fuera un acto jurídico, irrevocable y completo, nos apoderamos del salón de actos y arrojamos a la canalla, sólo entonces amedrentada, a la vera de los claustros. Que esto es cierto, lo patentiza el hecho de haber, a continuación, sesionado en el propio salón de actos la federación universitaria y de haber firmado mil estudiantes sobre el mismo pupitre rectoral, la declaración de huelga indefinida.

En efecto, los estatutos reformados disponen que la elección de rector terminará en una sola sesión, proclamándose inmediatamente el resultado, previa lectura de cada una de las boletas y aprobación del acta respectiva. Afirmamos, sin temor de ser rectificados, que las boletas no fueron leídas, que el acta no fue aprobada, que el rector no fue proclamado, y que, por consiguiente, para la ley, aún no existe rector de esta universidad.

La juventud universitaria de Córdoba afirma que jamás hizo cuestión de nombres ni de empleos. Se levantó contra un régimen administrativo, contra un método docente, contra un concepto de autoridad. Las funciones públicas se ejercitaban en beneficio de determinadas camarillas. No se reformaban ni planes ni reglamentos por temor de que alguien en los cambios pudiera perder su empleo. La consigna de «hoy para ti, mañana para mí», corría de boca en boca y asumía la preeminencia de estatuto universitario. Los métodos docentes estaban viciados de un estrecho dogmatismo, contribuyendo a mantener a la universidad apartada de la ciencia y de las disciplinas modernas. Las elecciones, encerradas en la repetición interminable de viejos textos, amparaban el espíritu de rutina y de sumisión. Los cuerpos universitarios, celosos guardianes de los dogmas, trataban de mantener en clausura a la juventud, creyendo que la conspiración del silencio puede ser ejercitada en contra de la ciencia. Fue entonces cuando la oscura universidad mediterránea cerró sus puertas a Ferri, a Ferrero, a Palacios y a otros, ante el temor de que fuera perturbada su plácida ignorancia. Hicimos entonces una santa revolución y el régimen cayó a nuestros golpes.

Creímos honradamente que nuestro esfuerzo había creado algo nuevo, que por lo menos la elevación de nuestros ideales merecía algún respeto. Asombrados, contemplamos entonces cómo se coaligaban para arrebatar nuestra conquista los más crudos reaccionarios.

No podemos dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, ni al juego de intereses egoístas. A ellos se nos quiere sacrificar. El que se titula rector de la Universidad de San Carlos ha dicho su primera palabra: «Prefiero antes de renunciar que quede el tendal de cadáveres de los estudiantes». Palabras llenas de piedad y de amor, de respeto reverencioso a la disciplina; palabras dignas del jefe de una casa de altos estudios. No invoca ideales ni propósitos de acción cultural. Se siente custodiado por la fuerza y se alza soberbio y amenazador. ¡Armoniosa lección que acaba de dar a la juventud el primer ciudadano de una democracia universitaria! Recojamos la lección, compañeros de toda América; acaso tenga el sentido de un presagio glorioso, la virtud de un llamamiento a la lucha suprema por la libertad; ella nos muestra el verdadero carácter de la autoridad universitaria, tiránica y obcecada, que ve en cada petición un agravio y en cada pensamiento una semilla de rebelión.

La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de sosportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.

La juventud universitaria de Córdoba, por intermedio de su federación, saluda a los compañeros de América toda y les incita a colaborar en la obra de libertad que inicia.

Enrique F. Barros, Horacio Valdés, Ismael C. Bordabehere, presidentes — Gumersindo Sayago — Alfredo Castellanos — Luis M. Méndez — Jorge L. Bazante — Ceferino Garzón Maceda — Julio Molina — Carlos Suárez Pinto — Emilio R. Biagosh — Angel J. Nigro — Natalio J. Saibene — Antonio Medina Allende — Ernesto Garzón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En la Universidad Autónoma de Santo Domingo, existen diversos males que deben ser arrancados desde la raíz hasta sus ramas, los problemas que se suscitan en esta Academia de Ciencias, son varios, pero vamos a nombrar tres de los más mínimos, el clientelismo entre estudiantes y maestros, con esto no estoy diciendo que algunos jóvenes muy respetables logran aprobar sus asignaturas por medio de prebendas a maestros, sino que debemos abrir bien los ojos por diversas calificaciones e consideraciones que algunos catedráticos sostienen con unos cuantos alumnos de las diversas carreras que son impartidas en nuestra Universidad.

Otro de los males que nos arropan es el mal servicio administrativo, no me quejo, pero debería ser mas eficiente y menos arrogante, este problema no es de un solo empleado, sino de todos, es decir, desde porteros hasta autoridades.

También otro ligero que nos aflige es el mismo centro, mi comentario no degrada este centro, sino que busco motivar a levantar un cambio desde el mismo centro, unificar la Universidad, para reparar las imperfecciones que tiene este centro, para que nos motivemos de una mejor forma al recibir las cátedras.

El Centro Universitario del Cibao Central (CURCE-UASD), viola las disposiciones consagradas en el Art. 5 de Nuestros Estatutos, este centro no se incorpora con la comunidad como lo establece el antes mencionado art., da vergüenza que la ultima institución de nuestra Provincia que se levanto a la ayudad de los compañeros estudiantes damnificados, fuese esta, en verdad uno como estudiante se siente desposeído cuando observa estas actuaciones.
Este centro debe incorporarse más profundamente con nuestra comunidad, ya que sin la comunidad no existe universidad.

Jhonattan Reyes dijo...

Hola profesor Rafael Jiménez Abad, son muchos los problemas por lo cual los estudiantes de la UASD estamos pasando entre los cuales podemos citar algunos, primero el maltrato de los profesores hacia los Estudiantes, es y da vergüenza que en pleno siglo XXI estemos pasando lo referido a la frase de que el estudiante es el huevo y el profesor la piedra, maltrato psicológico, verbal, y mas; otro problema es el clientelismo entre estudiantes y algunos profesores, lo cual es un grave problema lo digo no porque me afecte de manera directa sino porque da pena que por causa de ese clientelismo estén saliendo profesionales sin ni siquiera con los conocimientos básicos de una carrera en especifico a la sociedad.

También la libertad de cátedra en un sentido nos afecta de alguna manera ya que hay profesores que se desligan de lo que es en realidad el sentido de la materia y eso hace que salgamos vacío a la calle.

Otro gran problema es que la cuota estudiantil ha sido reducida de un 30 % a un 5 % esto significa que nosotros como estudiantes no tenemos derecho a elegir ni decidir sobre las personalidades que nos van a representar en la institución, debemos luchar para que esta cuota suba no a un 33 % sino a un 45 % ya que somos los mas perjudicados cada vez que una persona incapaz y que de manera política propone a un candidato. Los políticos cada día mas están involucrados en la universidad yo creo que lo de lo Autónomo es solo el nombre.

La UASD debería en un 100 % cumplir con lo establecido en el artículo 5 del Estatuto Orgánico de la UASD que dicen que es misión de la Universidad:

1. Contribuir a elevar los niveles culturales de nuestra sociedad;

2. Formar críticamente los científicos, profesionales, técnicos y profesionales del arte, necesarios para coadyuvar a las transformaciones que demanda el desarrollo nacional independiente;

3. Asumir su responsabilidad en la formación de una nueva conciencia critica de la sociedad dominicana no dependiente, enmarcada solidariamente en los principios sustentados por los pueblos que lucha por su independencia y bienestar;

4. Efectuar investigaciones tendentes a mejorar las condiciones de la sociedad dominicana a decentar las causas fundamentales del subdesarrollo y la dependencia y los problemas que como consecuencia de ello afecten la misma surgir soluciones, así como aumentar el acervo de conocimiento de la humanidad;

5. Difundir los ideales de paz, de progreso, de justicia social y de respecto a los derechos del hombre, a fin de contribuir a la formación de una conciencia colectiva basada en esos valores;

6. Fortalecer el intercambio científico, cultural, técnico y artístico con las instituciones educativas y culturales de todo el mundo, dentro del marco de os principios señalados;

7. Y Fomentar en el seno de la institución un espíritu permanente de autocrítica con miras al cabal cumplimiento de la misión universitaria.


Si nos fijamos bien de lo establecido en el estatuto orgánico, no se cumple nada pero nada,

La UASD debería de trabajar de mano con la sociedad, darse a conocer, da vergüenza que ya no exista en la UASD grupos Culturales, deportivos, Artríticos, etc. y los pocos que hay la universidad no le da el apoyo.

Hace unos años atrás, todo lo que se hacia en la sociedad dominicana era en un sentido consultado con las UASD, ahora, ésta ni siquiera se pronuncia cuando tenemos problemas en todo el sentido de la palabra.

La UASD debe jugar un papel activo junto con la sociedad, ya que se debe a ella. En Bonao, Vanguardia Estudiantil Dominicana VED, tiene un proyecto para unir a la sociedad novélense con la UASD, en un tiempo muy corto nos estaremos reuniendo con los demás grupos estudiantiles de los demás centros regionales para que así ellos une esfuerzos para lograr este fin.


Luego del encuentro producido en el Centro Regional del Cibao Central, con estudiantes de Bonao, Santiago de los Caballeros, San Francisco de Macorís, Y la Cede de Santo Domingo; donde pudimos notar que el problema que estamos padeciendo los estudiantes del CURCE-UASD son los mismos por lo cual ellos están pasando también. De este magno encuentro surgieron muchas propuestas que darían soluciones a algunos de esos problemas mencionados. Ahora solo nos queda formar un plan de lucha para combatir esos problemas.



Jhonattan G. Reyes Adames
BI-5097

inoki dijo...

En la Universidad Autónoma de Santo Domingo,que estamos viviendo.

La UASD es parte de nuestra familia, permitir que particularicen esta academia de estudios avanzados y cuna de la formación de los grandiosos lideres de de nuestro días, es como seranos las puertas que nos dirigen por el camino del adelanto.
De los problemas que afectan esta escuela de estudio es que se manejan materiales de capacitación con algunas veces muy particulares a la vida diaria.
En el caso del CURCE utiliza un perímetro de una escuela, ósea que todavía no tiene un edificio propio para impartir lo que establece el Artículo 5 de los estatutos orgánicos de la UASD.
El economato del CURCE es un lugar donde los materiales de apoyo son más gravosos para la vida estudiantil que en una libreria y eso si no te suministran un boche gratis sin impuestos incluidos.
Porque pasa esto, porque tenemos un sin numero de autoridades que solo le preocupa devengar un salario, o mejor dicho aparecer en la nomina del CURCE.

Inoki Pérez T.
BC8877